Sé que esta crisis no es sólo el resultado del fiero engranaje capitalista, sino que es el producto esperado de una planificación macabra orientada al cebo y recebo de los peces gordos. Nunca me engañaron. Allá por el 2008 (siete años ya de rebajas y recortes) sabía que el "hay que refundar el capitalismo" vomitado por las oscuras bocas de mandatarios y políticos, era una pompa de jabón, una burbujita más.
Hemos sido recortados como personas, material y espiritualmente. Hemos vendido por un seco plato de lentejas, bolsillo y alma. Cunde el poder del dinero y en pro del "sálvese quien pueda", cualquier baratija nos sirve. Crecen las desigualdades y la indiferencia. Miramos pero no vemos. Vemos pero no hacemos.
Esta reflexión me la provocado Sami Naïr con su perfecto artículo La frontera de la muerte en El País del sábado 18.